3. Dictadura
El proyecto con el que las feministas querían lograr sus derechos civiles y políticos choca de frente con el inicio de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en 1930, cuando la nación dominicana cuenta con un millón de habitantes. Inmediatamente la autonomía del movimiento feminista va en declive. Las planificaciones cambian, los puntos que les interesaba reivindicar se adaptan con carácter de obligatoriedad a lo que era la agenda del régimen. A Trujillo le interesaba darle un toque de modernidad al régimen y una forma de lograrlo era incorporando a las mujeres, pues eso lo haría ver como un gobernante democrático y liberal.
Cuando el dictador da las primeras muestras de su estilo de gobernar, las dominicanas sabían que si pertenecían al movimiento feminista, debían tener tendencia trujillista, pues esa era la única forma de apoyar que sus ideas.
Eso implicaba, según Neici Zeller, especialista en desarrollo de proyectos de la United States Agency for International Development (Agencia Internacional para el Desarrollo, AID), que si alguna mujer daba una
conferencia o a hacer alguna demostración, debía expresar ante el público asistente, su gratitud al presidente Trujillo por sus buenos deseos hacia las mujeres.
Algunas mujeres se retiran del movimiento al darse cuenta de la magnitud de lo que sucede, otras, interesadas en destacarse políticamente, se quedan en él. Las presiones por los derechos políticos de la mujer y el deseo de darle un tono más dulce a la dictadura, hace que Trujillo les permita medir su capacidad de fuerza y convocatoria, por eso, para las elecciones del 1934 y 1938, les permite ejercer un voto simbólico, en cuyas boletas de elección las mujeres debieron escribir "yo quiero obtener el derecho al voto". Aunque se logró que las mujeres demostraran interés, en realidad lo que comprobó Trujillo fue la capacidad organizativa de los grupos feministas, que para ese tiempo estaban apoyados por la Comisión Internacional de Mujeres, cuya sede estaba en Washington, Estados Unidos, organización
interesada en tener la mayor cantidad de países donde la mujer tuviera la mayor cantidad de derechos políticos.
La presidenta de esta comisión, Doris Steven realizó una visita al país en 1938, con lo que el dictador comprobó el aumento de sus bonos en la arena política internacional, (un año después de la matanza de los haitianos).
A pesar de todo este movimiento, fue 1942 cuando Trujillo permitió que las mujeres tuvieran igualdad de derechos civiles que los hombres, adquirieran sus cédulas y votaran, precisamente cuando el régimen estaba completamente consolidado.
El número de candidatas al congreso para las elecciones de ese año representaba un permiso más del dictador, sin embargo, su protagonismo político no es digno de mencionar, pues no estaban allí por tener liderazgo, sino, por ser adictas al régimen. Entre las candidatas a la senaduría en las elecciones del 1942 estuvo Isabel Mayer, oriunda de Montecristi. Que las mujeres participaran en aquellas elecciones, fue una medida que no debe enfocarse exclusivamente en función del interés del dictador, pues con
o sin las mujeres Trujillo continuaría con el mando, pero él no dio espaldas a las tendencias mundiales en las que la mujer se incorporaba al trabajo de una manera distinta a como se le veía: ya no se concebía exclusivamente como la compañera del hombre que forma la familia y cuyo rol exclusivamente es doméstico.
4. Protagonismo
Durante la dictadura y en el ocaso de la misma, la mujer desempeñó un papel crucial: fueron el apoyo, sostén y motivación para los maridos, hermanos o familiares que combatieron la opresión, además de resistir los asesinatos o desapariciones de sus familiares.Connotadas figuras del sector femenino que tuvieron participación activa de la lucha contra Trujillo. Es aquí donde el espacio de las hermanas Mirabal muestra su fuerza y amplitud. Ellas son la representación perfecta del escudo femenino dominicano con que se encontró el Trujillo en el ocaso de su dictadura.
Las negativas de Minerva Mirabal y el apoyo emocional y práctico que ésta recibió de sus hermanas, no solamente ejemplificó el cansancio de una nación respecto a una dictadura, sino el valiente rechazo que las dominicanas acumularon durante aquellos años de opresión. El ajusticiamiento del tirano ocurre en 1961, cuando en el país hay tres millones de habitantes y una sociedad no tan rural como en 1930. Las
ciudades proliferaron y el movimiento migratorio del campo a la ciudad permitió a muchas familias de origen campesina, asimilar la cultura urbana.
Cabe mencionar las palabras con que Camila Henríquez Ureña explicaba las razones por las que la mujer adquiría el espacio que le correspondía en la sociedad: "Al destruirse por la manufactura en gran escala la industria doméstica, que constituía el trabajo femenino, el costo de la vida se
encareció, y el salario del hombre no aumentó, de manera que ya no bastó para la manutención de la familia obrera, ni de aquella de la pequeña burguesía"
La mujer dominicana comienza a insertarse en las diferentes instancias de la sociedad a partir de la revolución de abril del 1965, sin embargo, en 1962 la doctora Josefina Padilla se presenta como candidata a la vicepresidencia por el Partido de la Revolución Dominicana, lo que representó un avance
hacia la participación de la mujer en la vida democrática dominicana. Este fue un proceso que se desarrolla y que adquiere mayor dimensión en la medida en que hay más libertades y por el hecho de que ya no es el hombre la única fuente de ingresos para la familia. Eso provocó que la mujer se incorporara a la fuerza de trabajo, fenómeno que no fue exclusivamente dominicano, pues
en las décadas de los 60 y 70 se operan a escala mundial profundas transformaciones sociales; surgen movimientos políticos, ideológicos, que le asignan a la mujer un papel más activo, dinámico y protagónico en la toma de decisiones, en la participación de la vida pública y empresarial. Luego de la apertura y de que la sociedad dominicana se inserta dentro del sesgo moderno, afloran nuevas profesiones. A las instituciones de estudios superiores no sólo llega un mayor número de mujeres, sino que escogen nuevas carreras, como ingeniería, arquitectura, administración de empresas,
derecho, medicina, ciencias de la informática, economía y sociología.
Los movimientos feministas iniciados en el 1960 y principios del 1970 se caracterizaron por la intensa lucha a favor de las libertades públicas y la defensa de la soberanía nacional. De aquellos años se pueden mencionar la Federación de Mujeres Dominicanas (FMD) y otras organizaciones de tipo
coyuntural y sectorial, como los "Comités de amas de casa" y el "Comité de familiares de muertos, presos y desaparecidos políticos". Según un informeque el Centro de Investigación para la acción femenina (Cipaf) realizó junto a otras 10 organizaciones no gubernamentales, ("La mujer dominicana:evaluación de una década"), es a partir de 1975, y especialmente en los últimos años de esa década, cuando comienza a abrirse un espacio para lapercepción de la problemática específica de las mujer. Se
inició el periodo de denuncia y comprensión de la condición de mujer, llegando al país los efectos de las ideas feministas que permitieron dar un viraje en los objetivos de los movimientos dominicanos, así como en las formas de lucha y organización de las mujeres, todo lo cual está relacionado con laconquista en 1978 por parte del pueblo dominicano de una mayor apertura democrática y la derogación de las leyes anticomunistas que amparaban la persecución y la supresión de los derechos políticos. El
movimiento de mujeres se fue haciendo importante en la década del 70 y el 80, y en todo momento hubo dominicanas que trabajaron y lucharon por las reivindicaciones del género; una de esas dominicans fue Licelotte Marte, conocida política dominicana que se destacó por sus trabajos y
representaciones del país ante la Organización de las Naciones Unidas. En la década del 80 surgen más de 30 organizaciones de mujeres que desarrollan actividades en áreas como educación, investigación, cultura, generación de empleos, salud y promoción.
El proyecto con el que las feministas querían lograr sus derechos civiles y políticos choca de frente con el inicio de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en 1930, cuando la nación dominicana cuenta con un millón de habitantes. Inmediatamente la autonomía del movimiento feminista va en declive. Las planificaciones cambian, los puntos que les interesaba reivindicar se adaptan con carácter de obligatoriedad a lo que era la agenda del régimen. A Trujillo le interesaba darle un toque de modernidad al régimen y una forma de lograrlo era incorporando a las mujeres, pues eso lo haría ver como un gobernante democrático y liberal.
Cuando el dictador da las primeras muestras de su estilo de gobernar, las dominicanas sabían que si pertenecían al movimiento feminista, debían tener tendencia trujillista, pues esa era la única forma de apoyar que sus ideas.
Eso implicaba, según Neici Zeller, especialista en desarrollo de proyectos de la United States Agency for International Development (Agencia Internacional para el Desarrollo, AID), que si alguna mujer daba una
conferencia o a hacer alguna demostración, debía expresar ante el público asistente, su gratitud al presidente Trujillo por sus buenos deseos hacia las mujeres.
Algunas mujeres se retiran del movimiento al darse cuenta de la magnitud de lo que sucede, otras, interesadas en destacarse políticamente, se quedan en él. Las presiones por los derechos políticos de la mujer y el deseo de darle un tono más dulce a la dictadura, hace que Trujillo les permita medir su capacidad de fuerza y convocatoria, por eso, para las elecciones del 1934 y 1938, les permite ejercer un voto simbólico, en cuyas boletas de elección las mujeres debieron escribir "yo quiero obtener el derecho al voto". Aunque se logró que las mujeres demostraran interés, en realidad lo que comprobó Trujillo fue la capacidad organizativa de los grupos feministas, que para ese tiempo estaban apoyados por la Comisión Internacional de Mujeres, cuya sede estaba en Washington, Estados Unidos, organización
interesada en tener la mayor cantidad de países donde la mujer tuviera la mayor cantidad de derechos políticos.
La presidenta de esta comisión, Doris Steven realizó una visita al país en 1938, con lo que el dictador comprobó el aumento de sus bonos en la arena política internacional, (un año después de la matanza de los haitianos).
A pesar de todo este movimiento, fue 1942 cuando Trujillo permitió que las mujeres tuvieran igualdad de derechos civiles que los hombres, adquirieran sus cédulas y votaran, precisamente cuando el régimen estaba completamente consolidado.
El número de candidatas al congreso para las elecciones de ese año representaba un permiso más del dictador, sin embargo, su protagonismo político no es digno de mencionar, pues no estaban allí por tener liderazgo, sino, por ser adictas al régimen. Entre las candidatas a la senaduría en las elecciones del 1942 estuvo Isabel Mayer, oriunda de Montecristi. Que las mujeres participaran en aquellas elecciones, fue una medida que no debe enfocarse exclusivamente en función del interés del dictador, pues con
o sin las mujeres Trujillo continuaría con el mando, pero él no dio espaldas a las tendencias mundiales en las que la mujer se incorporaba al trabajo de una manera distinta a como se le veía: ya no se concebía exclusivamente como la compañera del hombre que forma la familia y cuyo rol exclusivamente es doméstico.
4. Protagonismo
Durante la dictadura y en el ocaso de la misma, la mujer desempeñó un papel crucial: fueron el apoyo, sostén y motivación para los maridos, hermanos o familiares que combatieron la opresión, además de resistir los asesinatos o desapariciones de sus familiares.Connotadas figuras del sector femenino que tuvieron participación activa de la lucha contra Trujillo. Es aquí donde el espacio de las hermanas Mirabal muestra su fuerza y amplitud. Ellas son la representación perfecta del escudo femenino dominicano con que se encontró el Trujillo en el ocaso de su dictadura.
Las negativas de Minerva Mirabal y el apoyo emocional y práctico que ésta recibió de sus hermanas, no solamente ejemplificó el cansancio de una nación respecto a una dictadura, sino el valiente rechazo que las dominicanas acumularon durante aquellos años de opresión. El ajusticiamiento del tirano ocurre en 1961, cuando en el país hay tres millones de habitantes y una sociedad no tan rural como en 1930. Las
ciudades proliferaron y el movimiento migratorio del campo a la ciudad permitió a muchas familias de origen campesina, asimilar la cultura urbana.
Cabe mencionar las palabras con que Camila Henríquez Ureña explicaba las razones por las que la mujer adquiría el espacio que le correspondía en la sociedad: "Al destruirse por la manufactura en gran escala la industria doméstica, que constituía el trabajo femenino, el costo de la vida se
encareció, y el salario del hombre no aumentó, de manera que ya no bastó para la manutención de la familia obrera, ni de aquella de la pequeña burguesía"
La mujer dominicana comienza a insertarse en las diferentes instancias de la sociedad a partir de la revolución de abril del 1965, sin embargo, en 1962 la doctora Josefina Padilla se presenta como candidata a la vicepresidencia por el Partido de la Revolución Dominicana, lo que representó un avance
hacia la participación de la mujer en la vida democrática dominicana. Este fue un proceso que se desarrolla y que adquiere mayor dimensión en la medida en que hay más libertades y por el hecho de que ya no es el hombre la única fuente de ingresos para la familia. Eso provocó que la mujer se incorporara a la fuerza de trabajo, fenómeno que no fue exclusivamente dominicano, pues
en las décadas de los 60 y 70 se operan a escala mundial profundas transformaciones sociales; surgen movimientos políticos, ideológicos, que le asignan a la mujer un papel más activo, dinámico y protagónico en la toma de decisiones, en la participación de la vida pública y empresarial. Luego de la apertura y de que la sociedad dominicana se inserta dentro del sesgo moderno, afloran nuevas profesiones. A las instituciones de estudios superiores no sólo llega un mayor número de mujeres, sino que escogen nuevas carreras, como ingeniería, arquitectura, administración de empresas,
derecho, medicina, ciencias de la informática, economía y sociología.
Los movimientos feministas iniciados en el 1960 y principios del 1970 se caracterizaron por la intensa lucha a favor de las libertades públicas y la defensa de la soberanía nacional. De aquellos años se pueden mencionar la Federación de Mujeres Dominicanas (FMD) y otras organizaciones de tipo
coyuntural y sectorial, como los "Comités de amas de casa" y el "Comité de familiares de muertos, presos y desaparecidos políticos". Según un informeque el Centro de Investigación para la acción femenina (Cipaf) realizó junto a otras 10 organizaciones no gubernamentales, ("La mujer dominicana:evaluación de una década"), es a partir de 1975, y especialmente en los últimos años de esa década, cuando comienza a abrirse un espacio para lapercepción de la problemática específica de las mujer. Se
inició el periodo de denuncia y comprensión de la condición de mujer, llegando al país los efectos de las ideas feministas que permitieron dar un viraje en los objetivos de los movimientos dominicanos, así como en las formas de lucha y organización de las mujeres, todo lo cual está relacionado con laconquista en 1978 por parte del pueblo dominicano de una mayor apertura democrática y la derogación de las leyes anticomunistas que amparaban la persecución y la supresión de los derechos políticos. El
movimiento de mujeres se fue haciendo importante en la década del 70 y el 80, y en todo momento hubo dominicanas que trabajaron y lucharon por las reivindicaciones del género; una de esas dominicans fue Licelotte Marte, conocida política dominicana que se destacó por sus trabajos y
representaciones del país ante la Organización de las Naciones Unidas. En la década del 80 surgen más de 30 organizaciones de mujeres que desarrollan actividades en áreas como educación, investigación, cultura, generación de empleos, salud y promoción.
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